Existentes un sin numero de lamentaciones
Aun sin fallo alguno,
Se contraponen tiempos y horas absolutas
En los recuerdos íntimos del saber,
Mirándose uno a uno sin contemplación.
Absurdo el andar del sosiego inspirador
Que irrumpe la bravura para entregarse
A lo efímero y embustero,
Llevándose la poco de razón
Como a la vez el corazón.
Otro más de tus consuelos
Para este rígido traqueteo de sin sabores,
Que aspira solo por no dejar
Morir un poco este desencanto,
Que hierve el alma y aviva el sentir.
Sollozos caen oscureciendo
El horizonte tímido y salado,
Cercando a cualquier pretensión que
Pudiera sobresaltar esta calidez,
Y emigra silenciosamente para no levantar sospecha
De este su pesar.
Aun sin fallo alguno,
Se contraponen tiempos y horas absolutas
En los recuerdos íntimos del saber,
Mirándose uno a uno sin contemplación.
Absurdo el andar del sosiego inspirador
Que irrumpe la bravura para entregarse
A lo efímero y embustero,
Llevándose la poco de razón
Como a la vez el corazón.
Otro más de tus consuelos
Para este rígido traqueteo de sin sabores,
Que aspira solo por no dejar
Morir un poco este desencanto,
Que hierve el alma y aviva el sentir.
Sollozos caen oscureciendo
El horizonte tímido y salado,
Cercando a cualquier pretensión que
Pudiera sobresaltar esta calidez,
Y emigra silenciosamente para no levantar sospecha
De este su pesar.
Por Monica Lowenberg
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